Taller de bicicletas Providencia - Revista Blog

Logo para un Taller de bicicletas y la bicicleta como logo

agosto 31, 2020 Off By Kiko Diaz

Parece un simple juego de palabras, o una inducción simple y directa mas bien. Usar una bicicleta en el logotipo de un emprendimiento dedicado a las bicicletas parece algo de simple natura, no hacerlo es más rebuscado y raro (que no malo en si). Entre paréntesis cuadrados, el logo de Rayobike es provisorio, una obra efímera de Renzo, uno de los socios fundadores de Rayobike. Estamos en ello, y esta pequeña reflexión es parte de esa búsqueda de identidad de lo que quiere ser Rayobike en su inicio como taller de bicicletas, y más específicamente un taller de bicicletas situado en Providencia, pero a la vez itinerante.

Pero atención, y si un logo o logotipo que contiene una bicicleta, no es propiamente el emblema de un taller o una tienda de bicicletas por ser el caso, sino que como veremos ahora, se trata de una “revista cultural” y para más señas “hecha en Chile”. Estoy hablando de la famosa revista “La bicicleta”, faro cultural (político-cultural) en la noche más oscura de la historia de Chile. Por qué le pusieron así, por qué una revista que nace en plena dictadura, que tocará todo tipo de temáticas culturales, como la literatura, las artes visuales y por supuesto el movimiento musical chileno, latinoamericano y mundial, se asocia, se presenta y se proyecta con y como una BICICLETA. Ah? Por qué?

Ejemplos de nombres y logos en el Mundo, hay muchos y muy buenos. Como aquella revista que se llamó “La Ciruela”, y que mejor le hubiera quedado La Ciruela Verde. Por asociación ya lo podemos imaginar (los chilenos tenemos el récord de libros per cápita), se dedicaba a la “crítica literaria”, o mejor dicho a la crítica literaria ácida, y que en cada número se ensañaba con su PH más bajo, justamente cuando ponía el foco de “análisis objetivo” en los nuevos literatos, especialmente de poesía. El trato no es que fuera tosco hacia los poetas románticos con inclinaciones amorosas, simplemente los descuartizaban. Y de este hecho monstruoso, este acto sacrificial al Pulento, podemos deducir que detrás del uso de la ciruela como logo, se escondían verdaderos asesinos de poetas y poetisas nacientes, les dejaban fulminados y nonatos, sin mayores explicaciones, sin ningún remordimiento. Espero que este caso entre algún día en los libros de historia de la “crítica literaria”. O el otro caso (en sentido policial y forense), de aquella revista de inspiración anarquista (según su propias palabras), que se quizo llamar “los hijos adoptivos de Stalin”, y que usaba como logo un secador de pelo. No es broma y existió por decirlo así, pues sólo fueron 4 los números que vieron la luz, allá por el Bilbao de mediados de los años 80. Trataba principalmente sobre temas de moda y belleza. En sus páginas se encontraban recetas para mascarillas faciales a base de aguacate (palta hass), sugerencias para “la nueva” temporada” en esmaltes de uñas y rimels, y un mooontón de otros datos para lucir “guay” y “bien”. En fin, este es un ejemplo típico de mala elección de nombre y logotipo. Pero también hay ejemplos acertados y exitosos, como la revista “Ajoblanco” (una sopa fría del Sur de España a base de ajo). La revista no era de gastronomía, sino que en su primera etapa (1976-1980) se dedicaba a temas culturales, y más específicamente a temas y enfoques contraculturales, pues son los años de la transición española a la democracia y se intentaba desmontar y reemplazar todo el andamiaje político cultural del franquismo. “Ajoblanco” era fresco, delicioso por su eclecticismo y gozaba al cien por cien de una óptica cultural española, nueva e influyente.


La revista La Bicicleta se funda en 1978, a medio camino entre dos períodos históricos de Chile caracterizados por la confrontación política y una gran actividad político-cultural, el gobierno de la UP y las Protestas de los años 80. Según Eduardo Yentzen, fundador y director de La Bicicleta, esta nace en un período, en que a pesar de la fuerte represión y persecución, había una gran cantidad de agrupaciones «culturales» en universidades, gremios y sectores poblacionales de las grandes ciudades del país, que desarrollaban actividades de carácter “cultural” de variado tipo. La ACU (agrupación cultural universitaria de la U. de Chile) fue fundamental en la eclosión de la revista (en palabras de su fundador). La Bicicleta comenzó a pedalear, por decirlo así, en una carrera cultural que ya estaba en marcha, y con ese movimiento ya tenían muchísimos temas para publicar y un público que le sería fiel a lo largo de esta carrera. Pero no hay mayores comentarios de los fundadores sobre la razón de bautizar como La Bicicleta a la nueva revista.

RESISTENCIA, es la prioridad en esos duros momentos represivos ¿Y la bicicleta podría ser una forma simbólica de hacer referencia a esta disposición? Sin duda, y es consenso que ese período político se caracteriza por el esfuerzo de mantener vivo algún grado de organización y expresión contraria a la dictadura, en donde la sola pervivencia y la expresión de algo independiente y diferente a lo oficial, implicaba un triunfo y una esperanza. Hubo una obra literaria que tuvo bastante éxito e impacto, justo cuando llegaba al poder la UP, se trata de “El Ciclista del San de Cristobal” (1969) de Antonio Skármeta, y sin duda la leyeron los que luego crearían La Bicicleta revista. Es una novela corta, en donde el esfuerzo físico llega a sus máximos niveles, impulsado por la motivación que produce el amor filial. El impacto de la novela fue muy importante y sus reediciones se sucedieron a lo largo de toda la década de los años 70.

La bicicleta tiene pues como símbolo, esta primera lectura: resistencia y esfuerzo, y que son exclusivos del propio individuo (que la usa). Pero tiene varias otras lecturas simbólicas secundarias, que le refuerzan aún más como lo que realmente llegó a ser la revista. Por ejemplo, la asociación de la bicicleta con la pintura y el diseño, y justamente el Nº1 de la revista, tiene por tapa una obra gráfica de una bicicleta, sin presencia de un logotipo ni de un título de cabecera. Es que la bicicleta como artilugio de mecanismos, era tremendamente moderna en sus inicios (primera mitad del siglo XX), siempre se hizo querer e identificar con los movimientos pictóricos de vanguardia. Otro ejemplo, es considerar a la bicicleta como un mecanismo que vincula fuerzas transferibles, en este caso la fuerza humana de los pedales con el giro de las ruedas, transmitidas por una cadena, lo mismo era la revista, al vincular el mundo cultural chileno del interior con el exterior, especialmente el mundo del exilio, una conexión retroalimentada.

En fin ¿se pudo llamar de otra manera mejor esta revista? creo que no. La bicicleta, es un símbolo lleno de humanismo, la revista La Bicicleta es la prueba. Larga vida a la bici!!